lunes, 28 de noviembre de 2011

Adviento 2º domingo A

MARCOS 1, 1 8
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: “Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos”». Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero El os bautizará con Espíritu Santo».

martes, 22 de noviembre de 2011

ADVIENTO: 1º Domingo


MARCOS 13, 33‑37
 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormi­dos. Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!»

Elecciones

jueves, 17 de noviembre de 2011

Racimo de charlas biblicas 2

Dos aspectos pequeños ero con mucha "miga" toco en nuestro curso Fidel. La asistencia fue buena así como el diálogo. Todo es poco por ahondar en la Palabra.

SOLO UNO TAN HUMANO PODRÍA SER DIOS
Redescubrir la realidad humana de Jesús
Capitulo 2
Hemos de aprender de nuevo a Jesús, más humano, con mayor arraigo en la persona, más cercano a nuestros días, a nuestras maneras de vivir. Es un Jesús para la vida. Podemos ayudarnos con paciencia y comprensión. El fruto: una fe más adulta.


1. Miramos y escuchamos a Jesús
Me costó mucho ir a los paganos. Vosotros lo sabéis tan bien como yo: a los judíos no se nos había perdido nada en tierra de paganos. Estaban, por nacimiento, destinados al infierno. Eso nos habían enseñado desde siempre y yo lo había aprendido como todos. La tierra de paganos era para nosotros una antesala de la gehenna. No íbamos allá más que para negociar. Por eso, se me hizo muy cuesta arriba cuando en mis noches de oración empecé a entrever que el designio del Padre que hace salir su sol sobre buenos y malos (Mt 5,45) también lo hacia salir sobre judíos y paganos.
Me costó mucho ir a tierra de paganos a ofrecer el Reino. Los pies no me seguían; mi corazón se quedaba en la tierra de Israel cuando enfilaba a la región de Tiro y de Sidón. Los mismos discípulos no lo entendían: ¿qué pinta un Mesías en tierra de paganos? Les descolocaba cuando les decía: "Vamos al otro lado" (Mc 4,35). Y eso que los del "otro lado", la Decápolis, eran medio paganos, gente de alguna manera vinculada a Israel, aunque de costumbres próximas a los gentiles. Eso les descolocaba. Imaginad cuando les dije: iremos a Tiro y a Sidón. Sus ojos se abrieron incrédulos y su corazón se llenó del agrio sabor del disgusto.
Pero fuimos, porque, no sé muy bien cómo, yo intuía que eso hacía parte del Dios desconcertante que ama a quien no sabe distinguir "su mano izquierda de la derecha", como dijo la vieja profecía (Jonás 4,11). Nada más entrar en el territorio de Fenicia, en un pueblo nos salió al paso aquella mujer gritona (Mc 7, 24-31). Yo me hacía el loco, no la quería escuchar. Los mismos discípulos tuvieron que decirme que ya, estaba bien de aguantar aquella tenaz queja, aquel lamento que como un berbiquí, nos molía los sesos. Me salió automáticamente: "No está bien echar el pan de los hijos a los perros" (Mc ,27). Lo desabrido de la frase tendría que haber sido suficiente para hacer desistir a aquella mujer inasequible al desaliento. Pero el amor por su hija puso una rápida respuesta en sus labios: "También los perrillos se comen la migas que tiran los chiquillos bajo la mesa" (Mc 7, 28),
Me desconcertó. No tuve más remedio que admitir, entre regocijado y confuso, que aquella era una fe "de las grandes" (Mt 7,28), difícil de encontrar en mis paisanos de Israel. Volvimos dando un rodeo por la Decápolis. íbamos en silencio. Seguíamos sin aceptar que el Reino, nuestro sueño grande, fuera también para los paganos. Pero algún día aquella semilla sería la que fructificaría en una misión entre los paganos de consecuencias decísivas. ¿Podría esto ayudaras a des privatizar el Evangelio, cosa que habéis hecho vinculándolo a una religión? ¿Sería el recuerdo de esta aventura. suficientemente fuerte para soñar en una espiritualidad laica, propiedad de todos, más allá de los estrechos límites de una dogmática? ¿Seguís también vosotros con la vieja mentalidad de "tierra de Israel" u os habéis animado a comenzar el "viaje a los paganos", el viaje al corazón de toda persona?

Una certeza que nunca me abandonó. Nunca tuve las cosas del todo claras. La luz para saber discernir el designio del Padre venía a rachas. Unas veces la cosa estaba clara (Mt 17,2), otras se oscurecía al límite (Mc 14,34). Pero, en cualquier caso, siempre tuve anclada en el corazón una certeza: "el Padre siempre estaba conmigo" (Jn 16,32). Puede ser que nos os parezca cosa decisiva, pero para mí era, a veces, la única tierra firme que pisaban mis pies, la casa segura donde me rehacía y encontraba ánimo.
Quizá fuera porque mi vida estuvo amasada al desamparo y a una cierta soledad: mi familia no me apoyó (Mc 3,21), mi gente no fue un aliento (Mc 3,31), mis mismos discípulos se quedaban, a veces, lejos de mi alma (Mc 9,32). Algo me decía que el Padre siempre estaba ahí, que el suyo era un regazo al que podía volver cuando mordía la soledad.

Sé que algunos de vosotros se han quedado desconcertados y hasta escandalizados de que, en la cruz, manifestara con tanta violencia el abandono de Dios (Mc 15,34). Sí, me vi abandonado, perdido, en una espantosa oscuridad. Se quebró la vasija de mi vida. Pero ahora lo sé: nunca el Padre estuvo más cerca de mi vida como cuando me creí abandonado. Nunca jamás sus caricias fueron más intensas que entonces; jamás lloraron tanto los inconmensurables ojos de Dios como cuando mi sangre se derramaba en aquel patíbulo. Ahora lo he sabido. Y el saberlo, acrecienta mi certeza, aunque entonces fuera noche cerrada.

Aun me sosiega su presencia, aún me apacigua. Quizá vosotros no buscáis esta clase de remedios en vuestro tremendo frenesí moderno. Pero en esta clase de certezas anida la calma porque anida el amor. Alguno de vuestros poetas lo ha dicho: si confiarais atravesarías la vida con la tranquilidad de los grandes ríos. Eso me ha pasado a mí.

2. Dialogamos y nos escuchamos a nosotros
A.- ¡Cómo nos cuesta a nosotros hacer un sitio en nuestra mesa el distinto, sobre todo si es lejano y pobre! Sin embargo, no perdemos como personas, porque abriéndose a los otros todo el mundo sale ganando. Los cristianos habríamos de ser gente flexible con las personas de otras culturas y pueblos. ¿Cómo va evolucionando el tema de la inmigración en nuestros pueblos? ¿Cómo lo vamos viendo a medida que pasan los años?
B.- Otra cosa distinta. ¿De qué calidad es nuestra confianza en Dios? ¿Cuándo las cosas no vienen bien dadas cómo nos dirigimos a Dios? ¿Por que siempre le estamos pidiendo? ¿Habría otra manera de entender la realidad de Dios como alguien que nunca nos abandona, aunque no cumpla nuestros deseos inmediatos? ¿Se puede creer en un Dios que "no da nada", más que amor?



miércoles, 16 de noviembre de 2011

Evangelio Domingo 34 A

MATEO 25, 31 46
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”. Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestirnos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?” Y el rey les dirá: “Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”. Y entonces dirá a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”. Entonces también éstos contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?” Y él replicará: “Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo”. Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna».

martes, 8 de noviembre de 2011

Evangelio domingo 32

MATEO 25,14 30


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata; a otro dos; a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”. Su señor le dijo: “Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor”. Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”. Su señor le dijo: “Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor”. Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: “Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”. El Señor le respondió: “Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y rechinar de dientes”».

¿Guardas o multiplicas?. Esa es la cuestión

sábado, 5 de noviembre de 2011

Evangelio de domingo 32

¡Super claro, no perder aceite!
Evangelio de San Mateo (25, 1-13):

Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: - El Reino de los Cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: - ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo! Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: - Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas. Pero las sensatas contestaron: - Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis. Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: - Señor, señor, ábrenos. Pero él respondió: - Os lo aseguro: no os conozco. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»

Cronica del encuentro



Durante la tarde del pasado domingo 30 de noviembre, se celebró en Villamediana de Iregua el Encuentro Arciprestal del Iregua de inicio de curso, en el que participaron 17 miembros de diferentes Cáritas Parroquiales, tanto sacerdotes como voluntarios, así como la animadora de Cáritas Diocesana.
El objetivo de este encuentro fue compartir un rato de oración, formación y ocio entre todos, para comenzar con ánimo el inicio del curso 2011-2012.
La charla formativa tuvo el sugerente título de “¿Qué hace una Cáritas como tú en un pueblo como este? Y como ponente de la misma contamos con la presencia del sacerdote de Agoncillo, Gerardo Villar, que con su indiscutible experiencia y su especial dedicación a su pueblo y sus gentes, consiguió provocarnos y cuestionar la manera de pensar, ser y actuar que como grupo de Cáritas tenemos. Además nos dio sencillas pero importantes claves para que nuestra acción no sea simplemente asistencial, si no promotora de verdaderos cambios sociales.
Además, pudimos degustar las delicias de repostería que cada voluntario llevó para compartir. ¡Una maravilla!