miércoles, 18 de noviembre de 2015
viernes, 16 de octubre de 2015
martes, 6 de octubre de 2015
CAMEROS SE MUEVE POR EL FUTURO
Cáritas Chavicar presenta proyecto "Trabajo y Emprendo" para Cameros en Torrecilla.
Gracias a Jesús Maria Ortega por este magnifico reportaje
lunes, 15 de junio de 2015
martes, 5 de mayo de 2015
Semanas solidarias arciprestales
Tuvimos en la mañana la segunda jornada de los Días Solidarios de Cáritas, donde ,como dije ,se vendieron plantas,galletas y artesania textil dirigidos al Dia de la Madre y el plato fuerte que fué la paella cocinada por Mary Carmen y su grupo. Hoy voy a colgar varias fotos del evento y si os fijais en las del mercadillo, y bajo la pancarta de Cáritas, cuelgan
las letras que hicieron los niños el día 1 en los Talleres Infantiles y donde se lee "Día de la Madre".
¡Gracias a todos los que hicisteis posible la semana solidaria en Villamediana de Iregua! Y a los que disfrutasteis con nosotros.
las letras que hicieron los niños el día 1 en los Talleres Infantiles y donde se lee "Día de la Madre".
¡Gracias a todos los que hicisteis posible la semana solidaria en Villamediana de Iregua! Y a los que disfrutasteis con nosotros.
miércoles, 1 de abril de 2015
Jesús no esta eternamente enojado
Hay
una canción que no me gusta y que considero que no está en la línea del
evangelio. Es esa que dice “Perdona a tu pueblo, Señor,”. Y luego sigue “no
estés eternamente enojado”. Dios no está enojado, ni puede estarlo. Dios nos
ama y más aún, Él es Amor. Dios no sabe ni quiere ni puede hacer otra cosa sino
amar. Dios nos ama siempre, nos ama desde siempre y para siempre. Nadie le
obliga a ello, nadie le motiva, ni nuestras acciones buenas o malas, en
nuestros méritos o pecados. Él es así. Nunca retira su amor a nadie. Esto no me
lo invento yo, ni nadie, sino que es lo que JESÚS de Nazaret nos ha dicho.
Dios no es un ser omnipotente y peligroso que puede hacer conmigo lo que quiera. Dios no me controla siempre sino que penetra enteramente mi ser porque ama todo mi ser, nada queda fuera de su mirada amorosa Dios no lo puede todo. Solo puede y quiere amarme.
Será positivo que en nuestro canto no hablemos de Dios enfadado. Porque no es cierto.
La Semana Santa no es un repetir cada año lo mismo de todos los años. Sino recrear, actualizar, vivir la Muerte y el triunfo de Jesús. Y bajar a los crucificados de su injusta cruz
La celebración más importante de estos días es la Vigilia Pascual. La misa del sábado, donde hay lecturas de nuestra historia como creyentes y donde renovamos nuestro compromiso de bautizados y donde celebramos el triunfo del bien sobre el mal.
Vivir hoy y aquí lo que es muerte y lo que es Vida
Dios no es un ser omnipotente y peligroso que puede hacer conmigo lo que quiera. Dios no me controla siempre sino que penetra enteramente mi ser porque ama todo mi ser, nada queda fuera de su mirada amorosa Dios no lo puede todo. Solo puede y quiere amarme.
Será positivo que en nuestro canto no hablemos de Dios enfadado. Porque no es cierto.
La Semana Santa no es un repetir cada año lo mismo de todos los años. Sino recrear, actualizar, vivir la Muerte y el triunfo de Jesús. Y bajar a los crucificados de su injusta cruz
La celebración más importante de estos días es la Vigilia Pascual. La misa del sábado, donde hay lecturas de nuestra historia como creyentes y donde renovamos nuestro compromiso de bautizados y donde celebramos el triunfo del bien sobre el mal.
Vivir hoy y aquí lo que es muerte y lo que es Vida
martes, 31 de marzo de 2015
CATEQUESIS DE PASCUA
por Fidel Aizpurua
Presentación
Muchas veces hemos dicho que “la meta es el camino” aludiendo a lo importante que es vivir, disfrutar, compartir el camino de los días con aquellos a quienes queremos y con toda persona. Caminar es lo importante, no tanto la meta. La Semana Santa y la Pascua es el final del camino de Jesús, sus días más importantes. Anímate a vivirlos con Él y con tus amigos y amigas.
Para Jesús fueron días difíciles. Dice Lc 10 51 que “cuando iba llegando el tiempo de que se lo llevaran a lo alto, también él resolvió ponerse en camino para encararse con Jerusalén”. Puso “mala cara” a Jerusalén (el término dice expresivamente “frunció el ceño de cara a Jerusalén”, como quien se apresta a un ataque). Merece la pena hacer esta etapa dura del camino con Jesús, porque al término del mismo hay luz, hay Pascua.
Puede pasarte un poco como ocurre en el camino de Santiago: si andas los últimos 100 km te dan “la compostelana”, aunque no hayas hecho todo el camino. Es fácil que, por muchos motivos, no hayas tenido sosiego para hacer todo el camino de la Cuaresma de este año. Puedes andar estos últimos kilómetros que son la Semana Santa y de darán la “compostelana” de la Pascua, la alegría que brota de la luz del Resucitado. Es una oportunidad magnífica que no habrías de desperdiciar.
Para andar este camino con Jesús se precisa, sobre todo, corazón, amor. No hace falta equipaje especial, ni estar en perfecta forma física, ni tener dinero en la cartera. Es suficiente mirar a Jesús, ahondar en su gesto de amor, vivirlo con buen corazón, compartirlo con los hermanos y celebrar la posibilidad de que hoy Jesús haga su camino para nuestro beneficio. O sea: fundamentalmente es cuestión de amor. Anímate a entrar a fondo y con alegría en este camino hermoso de una Semana Santa que es la puerta de la luz de la Pascua.
1. Jueves Santo
Narración:
Yo, Pedro, el apóstol hice muchos caminos con Jesús. Tres años de ir y venir por el país dan para mucho. Íbamos a Jerusalén temerosos. El miedo de Jesús pasaba a nosotros porque todos intuíamos que las cosas podía ir mal en Jerusalén, en la boca del lobo. Nunca imaginamos que fueran a ir tan mal. Íbamos con miedo a celebrar la cena de Pascua. Pensábamos que iba a ser la última, como así fue. Íbamos en silencio; el ruido de las sandalias con las piedras del camino era lo único que, a ratos, se escuchaba. Cada uno con sus pesados pensamientos.
La cena transcurrió normal, aunque no se disipara la nube gris que teníamos encima. El colmo fue cuando vi que nos iba a lavar los pies. No era la primera vez que lo hacía. A mí se me revolvían las tripas. ¿Qué se podía esperar de un Mesías que lava pies? Nosotros queríamos un Mesías brillante y poderoso, no un esclavo que lava pies. No podía yo con aquello. Él lo notó y por eso se dirigió a mí y me dijo aquella frase que nunca olvidaré: “Si no te dejas lavar los pies, no tienes nada que ver conmigo”. Un mazazo auténtico.
Ahí entendí que ser de su grupo conllevaba aprender el tema del servicio, que Él quería ser un Mesías servidor, no un jefe que es servido. Y que todo el que quisiera ser de su grupo tenía que encajar ese asunto. Algo se me iluminó y lo entendí. Con el tiempo, cuando me repuse del trauma de la dura muerte de Jesús, vino muchas veces a mi memoria aquella frase suya hasta que entendí que lo nuestro servir. Así de simple.
Reflexión:
Los cristianos, por mecanismo religioso, hemos creído que mostrábamos nuestro ser cristiano por signos religiosos: un cruz en el pecho, una cruz en lo alto de una Iglesia, la señal de la cruz que hacemos al rezar, etc. Pero Jesús dice que nuestro signo de identidad es el servicio: “En esto conocerán que sois discípulos míos, si os amáis” (Jn 13,34-35).
Es decir: eres del grupo de Jesús si sirves, no eres de su grupo si no sirves. Eres cristiano si sirves, no lo eres si no sirves. O como dijo aquel obispo francés: “Una Iglesia que no sirve, no sirve para nada”. Por eso, para saber si eres del grupo de Jesús no tienes que preguntarte ante todo si estás bautizado, si has hecho la comunión, si te has confirmado, si te vas a casa por la Iglesia, si rezas mucho, si lees el Evangelio, etc. Todo eso es valioso, pero la pregunta decisiva es ésta: sirves o sirves. Si no apruebas el examen del servicio, no has aprobado el primer paso.
Imaginad esto: hoy, Jueves Santo, a la hora de la celebración os encontráis en la puerta del lugar donde vais a celebrar la cena del Señor una especie de piquete: cuatro o cinco personas fornidas y decididas que paran a todo el que quiere entrar y le conminan: “¿Estás por el servicio o no estás? Porque si estás, entra; y si no estás, ya te puedes marchar”.
No te extrañe esto. Se celebra hoy el tema del servicio. Quien lo entiende, puede andar el camino con Jesús. Quien no lo entiende, andará otros caminos. Él tenía claro que se puede estar contento sirviendo. Lo había experimentado en su vida y lo llevó hasta las últimas consecuencias.
Pregúntate:
por Fidel Aizpurua
Presentación
Muchas veces hemos dicho que “la meta es el camino” aludiendo a lo importante que es vivir, disfrutar, compartir el camino de los días con aquellos a quienes queremos y con toda persona. Caminar es lo importante, no tanto la meta. La Semana Santa y la Pascua es el final del camino de Jesús, sus días más importantes. Anímate a vivirlos con Él y con tus amigos y amigas.
Para Jesús fueron días difíciles. Dice Lc 10 51 que “cuando iba llegando el tiempo de que se lo llevaran a lo alto, también él resolvió ponerse en camino para encararse con Jerusalén”. Puso “mala cara” a Jerusalén (el término dice expresivamente “frunció el ceño de cara a Jerusalén”, como quien se apresta a un ataque). Merece la pena hacer esta etapa dura del camino con Jesús, porque al término del mismo hay luz, hay Pascua.
Puede pasarte un poco como ocurre en el camino de Santiago: si andas los últimos 100 km te dan “la compostelana”, aunque no hayas hecho todo el camino. Es fácil que, por muchos motivos, no hayas tenido sosiego para hacer todo el camino de la Cuaresma de este año. Puedes andar estos últimos kilómetros que son la Semana Santa y de darán la “compostelana” de la Pascua, la alegría que brota de la luz del Resucitado. Es una oportunidad magnífica que no habrías de desperdiciar.
Para andar este camino con Jesús se precisa, sobre todo, corazón, amor. No hace falta equipaje especial, ni estar en perfecta forma física, ni tener dinero en la cartera. Es suficiente mirar a Jesús, ahondar en su gesto de amor, vivirlo con buen corazón, compartirlo con los hermanos y celebrar la posibilidad de que hoy Jesús haga su camino para nuestro beneficio. O sea: fundamentalmente es cuestión de amor. Anímate a entrar a fondo y con alegría en este camino hermoso de una Semana Santa que es la puerta de la luz de la Pascua.
1. Jueves Santo
Narración:
Yo, Pedro, el apóstol hice muchos caminos con Jesús. Tres años de ir y venir por el país dan para mucho. Íbamos a Jerusalén temerosos. El miedo de Jesús pasaba a nosotros porque todos intuíamos que las cosas podía ir mal en Jerusalén, en la boca del lobo. Nunca imaginamos que fueran a ir tan mal. Íbamos con miedo a celebrar la cena de Pascua. Pensábamos que iba a ser la última, como así fue. Íbamos en silencio; el ruido de las sandalias con las piedras del camino era lo único que, a ratos, se escuchaba. Cada uno con sus pesados pensamientos.
La cena transcurrió normal, aunque no se disipara la nube gris que teníamos encima. El colmo fue cuando vi que nos iba a lavar los pies. No era la primera vez que lo hacía. A mí se me revolvían las tripas. ¿Qué se podía esperar de un Mesías que lava pies? Nosotros queríamos un Mesías brillante y poderoso, no un esclavo que lava pies. No podía yo con aquello. Él lo notó y por eso se dirigió a mí y me dijo aquella frase que nunca olvidaré: “Si no te dejas lavar los pies, no tienes nada que ver conmigo”. Un mazazo auténtico.
Ahí entendí que ser de su grupo conllevaba aprender el tema del servicio, que Él quería ser un Mesías servidor, no un jefe que es servido. Y que todo el que quisiera ser de su grupo tenía que encajar ese asunto. Algo se me iluminó y lo entendí. Con el tiempo, cuando me repuse del trauma de la dura muerte de Jesús, vino muchas veces a mi memoria aquella frase suya hasta que entendí que lo nuestro servir. Así de simple.
Los cristianos, por mecanismo religioso, hemos creído que mostrábamos nuestro ser cristiano por signos religiosos: un cruz en el pecho, una cruz en lo alto de una Iglesia, la señal de la cruz que hacemos al rezar, etc. Pero Jesús dice que nuestro signo de identidad es el servicio: “En esto conocerán que sois discípulos míos, si os amáis” (Jn 13,34-35).
Es decir: eres del grupo de Jesús si sirves, no eres de su grupo si no sirves. Eres cristiano si sirves, no lo eres si no sirves. O como dijo aquel obispo francés: “Una Iglesia que no sirve, no sirve para nada”. Por eso, para saber si eres del grupo de Jesús no tienes que preguntarte ante todo si estás bautizado, si has hecho la comunión, si te has confirmado, si te vas a casa por la Iglesia, si rezas mucho, si lees el Evangelio, etc. Todo eso es valioso, pero la pregunta decisiva es ésta: sirves o sirves. Si no apruebas el examen del servicio, no has aprobado el primer paso.
Imaginad esto: hoy, Jueves Santo, a la hora de la celebración os encontráis en la puerta del lugar donde vais a celebrar la cena del Señor una especie de piquete: cuatro o cinco personas fornidas y decididas que paran a todo el que quiere entrar y le conminan: “¿Estás por el servicio o no estás? Porque si estás, entra; y si no estás, ya te puedes marchar”.
No te extrañe esto. Se celebra hoy el tema del servicio. Quien lo entiende, puede andar el camino con Jesús. Quien no lo entiende, andará otros caminos. Él tenía claro que se puede estar contento sirviendo. Lo había experimentado en su vida y lo llevó hasta las últimas consecuencias.
Pregúntate:
- 1. ¿Estás contento cuando sirves, cuando haces un favor, cuando ayudas a alguien o te cierras en lo tuyo y solamente te interesan tus asuntos?
- 2. ¿Te emociona un Jesús que sirve hasta el final o te deja la cosa frío?
- 3. ¿Cuáles crees que son hoy los principales servicios que debes hacer?
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